Visitando [P]

Por su expresión de cara, no tenía toda la intención de venir a cenar conmigo así de fácil, y quien no, era una reacción respetable. La había atacado, y por encima, le había hecho daño, un daño superficial pero se lo había hecho, como bien dije antes, era respetable lo que ella opinase. Me quedé estático en el lugar mirando a Himeko, con la misma expresión de siempre, fría, seria y sumisa. Podría tomar por hoy a ella como " Señor " para al menos, pagar lo hecho y... poder ser yo mismo. Asentí con la cabeza ante su respuesta dejé que ella comenzase a caminar antes que yo, simplemente para comprobar el estado de su pierna. No se me escapaba ni un solo detalle, era algo bueno que tenía. La vi cojeando, me mordí levemente el labio inferior por pena y me descolgué el espadón de mi espalda mirándola.

- Suba encima mía, mi señora, seré su corcel por hoy. ¿Debo pagárselo no? - dije colocándome delante de ella, agachándome un poco para que se pudiera subir a mi espalda con total facilidad. Me iba a tocar llevar el espadón a rastras, o podía recaer mi confianza en ella, y mientras la llevaba a la espalda, podía llevarla por mi.

La espada pesaba bastante, con solo decir que al blandirla, tenía que hacerlo con dos manos y por encima arrastrándola, pero para estas cosas, sacaba la fuerza de donde fuese. Negué con la cabeza y seguí en la misma posición agachado. La espada tenía unas cuerda que podía usar como asas para llevarla en la mano, no era dificultad, pero igual, la tendría que llevar a rastras. Miré hacia atrás de reojo y se me ocurrió una idea.

- No quiero que se esfuerce mi señora, esa quemadura podría abrir una herida, y no sé sofocar cosas así. ¿Podría llevar mi espada consigo si no le es molestia? Así podremos ir los dos cómodos. - dije moviendo la espada de atrás hacia adelante. La herida que tenía en la pierna, a pesar de ser una quemadura, era bastante profunda dentro de lo que cabía, y podía rajarse por esfuerzo el músculo gemelo, por lo que, se podría liar parda. Seguí en la misma posición, a pesar de ser cansina esperando respuesta aparente por su parte.

Me cansé un poco de estar agachado, me dolían ya las rodillas de tanto estarlo, era sumiso, pero no hasta el punto de ser una mula de carga en espera. Me incorporé y me giré lentamente mirando a los ojos a la pequeña chica, negando nuevamente con la cabeza. Colocando mi mano en el pecho, era como un pequeño gesto de... no sé bien como explicarlo, pero era para que no se preocupara de mi.

- Vos no debéis preocuparos por mí, solo soy objeto de mi señor, no tengo sentimientos, soy una " máquina viva ". - di la explicación, dejando claro que no tenía que preocuparse por mi en nada, ni por mi dolor ni nada. Desde pequeño había sido fustigado con una vida patética, ya no sentía el dolor sobre mis carnes, ni el dolor ajeno, como las tristeza, mi ausencia de sentimientos, era un rasgo característico. Me giré nuevamente y me agaché, apoyando una rodilla en el suelo esperando a que Himeko se subiese a mi espalda.

- No hay todo el día, el crepúsculo dará paso a la noche, démonos prisa. - dije recordando lo de la guerra santa. Los servants nos estarían pisando los pies, por las noches uno, puede ser blanco fácil.

Sí, solo era un simple objeto del mundo, ausencia de sentimientos y sin remordimientos, y como no, ni un grado de consciencia, solo cumplía a rajatabla mis mandados, incluso los que me podrían llevar a la muerte segura o al mismo suicidio, todo por el bien ajeno. Sentí el peso de su cuerpo más el de mi espada sobre mi espalda, no hubo queja ninguna, aunque al principio mis piernas flaquearon un poco al principio, el cambio de peso sobre una persona sin avisar antes puede ser brutal para unas piernas tan... poco acostumbradas al peso en exceso, pero con la armadura y la espada, tenía cierta experiencia en esto. Suspiré cerrando mis ojos y asentí con la cabeza, sintiendo como sus brazos rodeaban mi cuello y apoyaba su cabeza en mi espalda.

- Sí, mi señora... - dije pasando mis manos por debajo de sus muslos, así siendo completamente ya un caballo. Comencé a bajar las escaleras poco a poco sin darme mucha prisa, no quería perder el equilibrio y caerme, así causando el daño de Himeko, por lo que, preferiría ir con tranquilidad, aunque podría usar mi propio cuerpo para parar la caída.

- No se preocupe por el dolor o el peso que sienta, ya le dije... soy una máquina técnicamente. - comenté para amenizar un poco el viaje, por conversar de algo, aunque ese tema, sobre mi, no era el más adecuado para hacer el descenso más ameno.