Ficha Servant - Zack.

Nombre: Zacarías. Adopté el nombre de "Zack" por gusto.

Apellidos: Schneider.

Clase: Saber

Época a la que pertenece: Alemania antigua.

Género: Masculino.

Descripción psicológica: Soy una persona bastante obediente. No hablo demasiado, mis palabras son las justas y no suelo mostrar mis sentimientos a los demás así por así. Las sonrisas no son muy normales en mi rostro. En las luchas soy fiel a mi Master, hago todo lo que me dije, como si me tengo que suicidar si es orden suya. Por lo general nunca estoy montando broncas ni nada por el estilo, no lucho por placer, si no, por obligación u órdenes de mi Master.

Descripción física: Tengo la apariencia de un alemán corriente. Mi pelo es de color rubio, bastante claro, aunque en ocasiones, por efectos de la tonalidad del sol se puede confundir con blanco o con amarillo bastante potente. Mis ojos son de color azul cielo sin expresión ninguna, con mirada a la nada. Soy de complexión fuerte, aunque sin pasarse, no soy musculoso pero resistente después de todo. Suelo llevar el 95% armadura, pero por lo general llevo ropa de colores oscuros, para no llamar demasiado la atención.

Historia: Mi historia es algo trágica. Los soldados alemanes de la corte mataron a mis padres acusándoles de blasfemia. Yo sobreviví a la masacre que se había formado en mi casa. Murieron todos quemados en la hoguera, incluso mis hermanos más pequeños. Era el mayor de 4 hermanos, y solo quedé yo con vida. No tenía nada que hacer, vagaba solo y con hambre por las calles de Berlín, sin un lugar donde morirme. Un noble de la corte me acogió en su casa, pero tratándome como un vil lacayo a sus órdenes. A la corta edad de 11 años, comencé a trabajar para él, haciendo las labores de la casa, pero en pésimas condiciones, sufría abusos, incluso intentos de violación por parte de las damas de la casa, pero siempre lograba librarme, pero de milagro.
Mi señor me llevaba a todos lados con él para que hiciese el trabajo sucio, como llevar cosas, maletas y cosas así, tenía que aguantarme, me daba el pan y agua de cada día para sobrevivir en este mundo. Pasaba noches y noches llorando por una vía, aunque sea pequeña de salvación, volver con mi familia o tener un trato mejor, si seguía de este modo, a pesar de no pasar hambre ni nada, moriría de angustia. De vuelta de un viaje de Gran Bretaña con mi señor, nos tendieron una emboscada en medio del camino, íbamos con un par de guardias, pero eran mediocres comparado con los bandidos que nos habían atacado. Yo de aquellas tendría ya quince años. Mi señor para salvar su vida me tiró a que luchase mientras el tomaba las riendas de los caballos, abandonándome en ese recóndito lugar, rodeado de bandidos sedientos de sangre. No tuve más remedio que luchar con ellos. Tenía una gran habilidad en el uso de la espada, había aprovechado los cadáveres sin vida de los guardias que nos acompañaban para armarme y luchar con los bandidos. Eran cuatro, de los cuatro, dos de ellos acabaron muertos y los demás escaparon, yo quedé bastante mal parado, lleno de tajos por todos los brazos, aunque, por mi estilo de personalidad, ni me inmutaba. Agarré un escudo de los guardias y me quedé con la espada que había cogido, comenzando a caminar en la misma dirección por donde se había ido mi señor. La caminata fue eterna, no podía parar para nada, y las heridas sangrantes, poco a poco me hacían surgir efecto. Llegué a un pueblo, donde vi una cosa que me resultaba muy, pero que muy familiar. Estaba el carruaje de mi señor allí, delante de un burdel. No titubeé al intentar entrar, no tenía vergüenza de ello. Caminé por los pasillos del burdel moribundo en busca de mi señor, con ganas de rematar una faena que tenía en mente. No tardé nada en encontrarlo, con la voluminoso que era, no se podía esconder de nadie. Me acerqué a él de forma tranquila y este con un gesto de sorpresa me atendió como si fuese un rey. La únicas palabras que dije, y las últimas que escuchó él fueron: " Muere. " No le di tiempo a reaccionar, la espada que había robado a esos guardias ya estaba atravesando completamente su corazón. Sonreí en esos momentos pero por poco tiempo. El burdel estalló en nervios y comenzaron a correr de un lado a otro. Yo me desplomé en ese sitio por la gran pérdida de sangre que había tenido, estaba forzando al máximo el cuerpo.

Al abrir los ojos, divisé una sala blanca, con un par de chicas sentadas en sillas y un hombre con una bata blanca. Me encontraba en un hospital de la ciudad natal donde había nacido. No se habían presentado cargos contra mi por haberlo matado, es más, hasta el Rey quería verme. Después de haberme recuperado, me adecentaron y me llevaron a ver al rey. No entendía para nada lo que estaba pasado, era como un sueño al revés de la realidad. Me encontraba en la misma mesa que el Rey comiendo con toda su familia, tenía cosas que comentarme.
Esas cosas, me impactaron por completo. Me contó que el hombre al que había matado era un vil asesino y timador, que iba por todo el mundo sacándole dinero a la gente, estaba con pena de muerte, pero siempre se escapaba. Me nombraron caballero de la corte Alemana, no me lo podía ni querer. Trasladé las pocas cosas que tenía a la corte, me asenté en una habitación del castillo, y así comencé mi vida como caballero de la corte a mi corta edad. Simplemente, aparte de haber matado a aquel villano, le había dado una paliza a cuatro de los mejores caballeros de la corte, no eran bandidos normales, eran guardias camuflados.
Años después, a los 17 años, hubo una nueva amenaza que le importaba bastante al rey, era un dragón. No creía en los dragones, esos seres dudé ya desde nacer que no existían, pero daba el caso de que era verdad. Salimos todos los soldados de la corte hasta llegar a la cueva del dragón, y así comenzó la lucha encarnizada. Yo por puro milagro, sobreviví a muchos ataques del dragón, hasta llegar al punto de perderme en la cueva. Los demás, casi todos estaban en peligro o muertos yo me encontraba desorientado por la cueva sin saber que hacer, la armadura me pesaba y mi desesperación aumentaba. En esta desesperación, observé a lo lejos una silueta de una espada, no tenía mucha idea de que era, pero me acerqué a comprobar que cosa era. Había una espada como suspendida en el aire, parecía ser valiosa por su forma y los colores de su hoja. La agarré con cierto miedo y la blandí, era pesadísima, por lo que solo podía utilizarla teniendo ocupadas las dos manos e incluso, arrastrándola. Me la llevé conmigo a pesar de las dificultades que me daban, y allí, estaba el dragón. Quedaban pocos amigos míos, pero rematé la tarea en un abrir y cerrar de ojos, esa espada era como si tuviese poderes especiales, noté como el filo penetraba de forma más rápida a un en las duras escamas del dragón. Como recompensa, me llevé el corazón del dragón, aparte de ser prueba de que maté al dragón, al Rey le interesaba. Al llegar a la corte, me acogieron de nuevo como si fuese un rey y me nombraron capitán de un escuadrón, por la valentía que tenía, mi fuerza de voluntad y mi habilidad con la espada.
Mi muerte se produjo dos años después, cuando en una guerra, mi corazón fue atravesado por una lanza, así, enterrándome con mi espada, la que mató a ese dragón.


Nobles fantasmas:

Spoiler:

Estatus:

Defensa Magica A
Defensa A+
Ataque A
Velocidad B
Agilidad B
Suerte B

Imagen:

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